Jueves, 15 de abril de 2010
Llegé a San Diego hoy y manejé directamente a la frontera. Estacioné mi carro en uno de los estacionamientes y caminé hasta Tijuana. De le puente que cruza la frontera, se puede ver las colinas de San Diego de un lado y Tijuana por otro lado. La colinas están cubiertas en chaparral, con muchas piedras y están verdes y amarillos ahora. No se puede ver nada al norte, excepto por esas colinas. Al sud, los edificios y las calles de la ciudad acaban (o comenzan, depende de su perspectiva) actualmente hasta la pared de la frontera.
Tijuana es una ciudad grande y está llena de energía. De la puente, se puede ver el arco que marca el inizio de Calle Revolución, que corre por el centro de la ciudad, el Río Tijuana, que era más grande pero ahora es solamente un riachuela, y “La Bola,” como se llama el Centro Cultural tijuanese.
Mi primo día en Tijuana, quería caminar por la ciudad para conocerla, pero no hubo bastante tiempo. Tuve una entrevista con Ingrid Hernández, una artista tijuanese. Nos encontramos en el restaurante Samborns. Ella tiene 35 años, pelo negro, liso y corto, y una manera afable. Sonrié fácilmente.
Hablabamos sobre su arte. Tomó las fotografias de las partes de Tijuana que son no incorporados, son ciudades hecho de mano y faltan electricidad y aqua y otros cosas de infraestructura. En estos lugares vive la gente que viene de otras partes del país y, algunas veces, de otros partes de Américalatina. La gente ahí son muy pobre y construye sus proprios casas. Usa la basura de las maquiladores para construirlas. A Hernández le encantan las casas por el textura y colores, las cosas que siempre atraen los fotógrafo, pero a ella le interesa la gente y como subrevive cada día, las tradiciones que trae y su modo de riciclimento.
Le pregunté, ¿qué son las cosas que definen Tijuana? Me contestó que la frontera, el sobreviver y ingenio.
Hablamos por algunas horas, hasta seis. Tuve otro cita con un escritor que vive en San Diego. Caminé hasta la frontera y la cruzé con una multitud de gente. Hay solderos en pie por el edificio de la frontera que me intimidaron. La migra¨¨ me pusó muchas preguntas sobre donde fui, con quien hablé, porque estuve en Tijuana, qué es el nombre de la artista, porqué escribir sobre el arte. Hablamos por casí diez minutos antes de que me dejó pasar.
Fui a otra entrevista, con un artista estadounidense, Nathan Gibbs. Antes, Gibbs vivía en Tijuana con su esposa pero ahora viven en San Diego. Su esposa crecio en un barrio del tipo de que Hernández hace la fotografias. Cuando Gibbs vivía en Tijuana, cruzaba la frontera cada día porque trabajaba en San Diego. Por esa razón, quería hablar con él para saver más sobre la vida de la frontera.
También él me habló de que la sobrevivencía carateriza Tijuana y como la gente tiene una ingenio para hacer las cosas quotidianas. Hablamos casi hasta medionoche y después me dormí.